domingo, 16 de diciembre de 2007

Reglas de estilo y creación de argumentos

Reglas de Estilo.
Regla nº 1 y única. La única regla válida es que no hay reglas fijas, sólo recomendaciones que el autor deberá violar sin recato cuando lo estime conveniente.
Recomendaciones sobre la creación de argumentos
1. Planificar. Separar la creación de la historia de su narración. Es conveniente planificar todo el argumento antes de comenzar a redactar una sola línea. Anotar todas las ideas hasta tener una estructura coherente desde el inicio al desenlace. Esto no significa que después al narrarlo no surjan desviaciones imprevistas, pues suele ocurrir que personajes adquieren a veces vida propia y mayor protagonismo de previsto, otras al contrario, pero tener una esquema nos permitirá tener una estructura coherente y adecuar en ella los tiempos (evitará desenlaces precipitados, pasajes largos y tediosos, etc.), así como las tramas y mensajes que queremos transmitir al lector.
2. Evitar desarrollos demasiado lineales o predictibles. La historia que creemos tiene que ser capaz, como la propia realidad, de sorprender al lector. Esta es una de las causas por las que a todos o casi todos aquí nos gusta George R.R. Martin. Aunque parece sencillo, en realidad es muy difícil de conseguir. El autor tiende a volcar su personalidad en su obra, lo cual por otro lado es inevitable, pero en términos de argumento, significa convertirse en fácilmente predictibles por el lector, lo cual disminuye drásticamente su satisfacción. La mejor forma de conseguirlo es creando argumentos que puedan sorprender al propio autor. Sé lo que estáis pensando y no, no es imposible. Yo lo consigo introduciendo aleatoriedad en las bifurcaciones argumentales, en mi caso cree un programa informático para en cada acontecimiento, dentro de cada trama, establecer las posibilidades de los distintos sucesos y su grado de probabilidad (las posibilidades las sigue escogiendo el autor y siempre tiende a darle mayor probabilidad a las líneas argumentales que habría seguido, pero al permitir la aleatoriedad siempre habrá un momento en que esa línea se rompa dando lugar a un nuevo abanico de posibilidades y así sucesivamente). No es preciso tener conocimientos de informática, se puede hacer con un simple dado (y si es uno de los de 20 caras de Rol mejor).
3. Documentar. Tanto si nuestra historia está ambientada en un momento histórico de nuestro mundo, como si lo está en un mundo inventado, es muy importante documentarnos exhaustivamente sobre ese entorno. Debemos conocer con el mayor detalle dónde se va a desarrollar la acción. Eso significa tener unas nociones muy claras del entorno físico y también del sociológico, cultural e histórico. Si estamos inventando un mundo. Lo primero en crear es la geografía física. Después sus habitantes, de forma cronológica, según van surgiendo en ese mundo. Cada etnia o cada raza debe ser descrita minuciosamente en sus características, rasgos físicos, culturales, vestimenta, lengua, ciencia, religión, comercio, organización política y estructura de sus ejércitos (si los tienen). Algunas de estas características pueden depender de su ubicación geográfica de origen. Después debemos situarla en el mundo en el momento en que salta a la historia (cuando pasa de la prehistoria), a ser posible en una ubicación aleatoria, y después calcular su evolución en relación con las otras etnias o razas, hasta el momento en que la historia que queremos narrar da comienzo. La historia del mundo debe crearse antes a la propia historia que queremos narrar y definir la estructura política del mundo. De este modo, podemos escoger el momento histórico más apropiado a nuestros fines para situar la narración. Esta profundidad histórica dará unos escenarios mucho más realistas y complejos. Para esto es buena idea utilizar también recursos que eviten desarrollos demasiado lineales o predictibles.
4. Ontogénesis de los personajes. Todos los personajes principales y secundarios, que vayan a formar parte del argumento deben ser cuidadosamente estudiados. Se les debe dotar de una personalidad clara (en ocasiones se puede crear por combinación de personalidades conocidas) y de una historia (ontogénesis). Debemos saber todo acerca de nuestros personajes hasta el instante mismo en que entran dentro de nuestra novela. Donde nacieron, como era su familia, que sucesos importantes marcaron su vida hasta aquel momento (nivel cultural, nivel militar, etc…). El resultado serán unos personajes ricos y profundos (nada planos), con vida propia. Sólo hay que soltarlos en una circunstancia concreta e interaccionarán solos con el entorno (cuando un personaje está bien definido él mismo te dicta su comportamiento, que dependerá siempre de la situación, e incluso su diálogo).

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